Bernardino Sierra (66 años) recuerda cómo fue su experiencia al escuchar la radio desde su infancia en el campo, a 40km de la ciudad de Viedma: “Cuando yo era chico para escuchar la radio en el campo tenía que haber viento. Sin viento el molino no funcionaba y no se cargaba la batería. Entonces los viejos de antes se ponían a quemar plumas porque decían que eso atraía el viento”.
Por
Karina Cambarieri.
Desde la cocina de su casa Bernardino recuerda con cierta
emoción que la primera vez que escuchó la radio fue en una de esas pocas veces que
venían al pueblo. Era una radio chiquita de corriente continua que aún
conserva. Él y su familia vivían y
trabajaban en un campo a 40 km de la ciudad de Viedma, entonces sus padres decidieron comprar una
radio para instalar en el campo. “Cuando mamá
y papá decidieron comprar una radio, compraron una Philips a batería. Recuerdo
que fue en lo de “Destéfanis” y ese negocio tenía dos personas que se
encargaban de colocar las antenas de radio en el campo y te instalaban la radio
conectando la batería al molino. Había un tablerito que cada vez que la batería
estaba cargada sonaba como un ruuu…ruuuu…
se cerraba el molino y entonces había que ir a desconectar la batería. Así
comenzamos a escuchar radio en el campo” cuenta.
En esos años recuerda
que como eran chicos, sólo escuchaban lo que sus padres decían y cuando ellos
lo decidían. En ese tiempo “se escuchaba
LU2, LU7 de Bahía Blanca,… por ahí radio
El Mundo” dice. También menciona que la radio no se escuchaba todo el día,
existían ciertos horarios. Recuerda que
en aquellos tiempos se escuchaba música y cosas referidas
al hombre de campo. Recuerda alguna que
otra zamba, las milongas y los estilos de una señora llamada Amalia de la
Vega que eran los más escuchados. Elevando
su voz, con un tono de enojo, hace una crítica a la época actual: “¡Hoy en
día hay gente que ya no sabe lo que es un estilo!”.
Su madre de 92
años desde otro rincón de la cocina escucha atenta a la entrevista y aporta con sus recuerdos diciendo
“También se escuchaba a Antonio Tormo y Eduardo Falú”.
Luego vuelve
Bernardino con sus memorias y menciona que la radio era un instrumento muy
valorado en su familia, era la única diversión que tenían para salir de esa
monotonía de tener que “verse la cara el uno al otro” y además que al escuchar
la radio se enteraban de cosas que sucedían acá y afuera porque en ese entonces
no había diarios. Además de música y noticias recuerda algunos radioteatros en
LU2 y otro como el de Javier Rizzo y Mario Mauré en LU7 de Bahía Blanca.
Comenta que los
radioteatros que tenían éxito eran representados como obras, entonces se
formaban grupos o compañías de actores que viajaban de pueblo en pueblo para
representarlas. Luego sonríe y comenta un suceso cómico por parte de su padre: “Papá era un hombre temperamental, le
gustaba que las cosas estén bien hechas y siempre defendía lo bueno. Cuando
veía que había alguna injusticia hacia alguien, él siempre salía en defensa de
esa persona. En los radioteatros que se escuchaban siempre había un personaje malo
que hacía de las suyas, entonces él ya los conocía de haberlos escuchado por
radio. Un día fuimos a ver una obra al cine San Martín (donde se representaba
el radioteatro) y cuando en la obra surgió una emboscada del chino Rossedo
(personaje malo) al rubio Millán, que
era el personaje bueno, ¡papá pegó un grito en la sala! jajaja. Se desesperó al ver esa maldad y gritó “¡guarda
rubio por la espalda!” y Bernardino continuó riéndose por largo rato al recordar
esa anécdota.
Otra de las
cosas que vinieron a su mente fue haber escuchado por la radio el golpe militar
al presidente Arturo Illia: “La radio estaba dando la información de que los
aviones andaban patrullando por el rio para ver si había gente que quería ir a
Buenos Aires para hacer lío”, dice.
Habiendo agotado sus recuerdos de radio,
Bernardino se dirige a un depósito en el fondo de su casa y vuelve, para mi
gran asombro, con dos radios antiguas que tiene muy bien conservadas. Luego me
explica detalladamente cómo ellas funcionaban y cómo fueron comprando otras
radios a medida que fue avanzando el tiempo. Al finalizar la entrevista posa orgullosamente con sus antiguas radios.
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